Revista ἔλεγχος

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EL CONOCIMIENTO COMO ACCIÓN

 

Ernest Sosa

Universidad de Rutgers

 

A .¿Qué es una performance plenamente adecuada?

Tanto el juicio como el conocimiento mismo son formas de acción intencional– esta es la tesis a ser defendida en este artículo . Una acción intencional cae bajo una cierta estructura normative de éxito, competencia y aptitud, o de éxito que demuestra competencia. El juicio es un caso especial que cae bajo esa esa estructura.

El concepto de performance plenamente  apta figurará de modo importante en nuestra explicación . Para  introducir este concepto consideraremos en  primer lugar a las performances prácticas, hacia cómo están  constituídas y a la  normatividad especial que  les concierne .  Un ejemplo dará lugar a  la percepción  inicial de dicho concepto , desde la cual nos volveremos  hacia performances que son epistémicas más bien que prácticas, sobre las que a su vez un ejemplo ulterior arrojará su luz. Esos ejemplos mostrarán el camino hacia una mejor visión del conocimiento humano, lo cual es nuestro objetivo principal

 

  1. Acción y Performance

a. La acción intencional se presenta en  dos formas . Un intento  es una acción intencional realizada  en el esfuerzo   de obtener una cierta meta (o como medio para ello). Un intento puede fallar y quedar como mero intento, mientras que un logro es un intento exitoso. Así, si alguien gira intencionalmente un interruptor, en medio del esfuerzo   de encender la luz, eso es un intento . Si el intento  resulta en que el agente efectivamente enciende la luz mediante el giro de ese  interruptor  eso es un logro

b. Las acciones intencionales (tanto los   simples intentos como los  logros) son especies de performance. Algunas performances son también acciones orientadas a una meta sin ser, sin embargo, intencionales.

El corazón, por ejemplo,   actúa  mediante el bombeo para hacer circular la sangre en el organismo, pero eso lo  hace a través de una teleología funcional, no intencionalmente.

Dichas acciones funcionalmente orientadas también se presentan en dos tipos. Algunas de ellas pueden   fracasar y quedar sólo como meras acciones  orientadas, las que deben ser distinguidas de aquéllas tales que   además resultan  exitosas [138].

 

2. La estructura ADA

En lo que sigue nos concentraremos principalmente en en los intentos (intencionales)

Estos caen bajo el tipo de estructura normativa que concierne, por ejemplo, al propósito de un arquero para lograr su  objetivo. El tiro puede alcanzar su meta , en cuyo caso es atinado. En segundo lugar, podría ser  competente:  que en tanto  la flecha sale del arco , su velocidad y orientación deriven de   la habilidad del arquero  que, en  condiciones normales la  llevaría  al centro del blanco.

Un disparo puede ser atinado sin ser competente y competente sin ser atinado.

Pero incluso un tiro que es a la vez atinado y competente puede aún quedarse corto en el  sentido subsiguiente. Así, una ráfaga de viento podría desviar la flecha de su curso y una segunda ráfaga  ponerla  nuevamente en él. Tal tiro es, entonces, atinado y competente, pero el tino es atribuíble no tanto a la competencia del arquero como a la suerte de que hubiese existido la segunda ráfaga. Tal tiro entonces se queda corto en un respecto ulterior. Un tiro es apto si y solo si su éxito demuestra la competencia que  el arquero ejerce en ese momento.  Su éxito  debe demostrar esa competencia asentada en el agente y ejercida en esa ocasión.

b. Esta es la estructura  ADA, que se aplica del modo siguiente  para el  tiro, y luego para los intentos en general. En una  primera aproximación:

Un tiro es apto si y sólo acierta en el blanco.

Es diestro si y sólo si resulta de la competencia ejercida

Es adecuado si y sólo si es atinado porque es diestro

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[138] Así, la expresión “intento intencional” es redundante. No así “acción intencionalmente orientada” ya que una acción podría ser funcional o teleológicamente orientada, sin ser intencional.

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Extendiéndonos a los intentos en general, desde el momento en que todos ellos poseen metas constitutivas, podemos también distinguir del modo siguiente:

Un intento es exitoso si y sólo si consigue su meta
Es competente si y sólo si es resultado del ejercicio de la competencia
Es apto si y sólo si es exitoso porque es competente

3.La Epistemología: un caso especial

La epistemología concierne a un dominio de actuación epistémica, tal como el de la creencia y el juicio (y también la inferencia, el aprendizaje, la enseñanza, la investigación, etcétera.).

Nos centraremos aquí en la performance del juicio, que se explicará en su debido momento. Aunque el enfoque aquí recaerá sobre esa particular performance , nuestra explicación deberá extenderse a las performances epistémicas en general, incluyendo las creencias funcionales no judicativas o asertivas.

Comenzamos, sin embargo , con otro ejemplo del desempeño deportivo: el del gol en el básquetbol.

4. Un ejemplo: aptitud animal, reflexiva y plena en un tirador de básquetbol.

a. Incluso un jugador con bajo porcentaje de aciertos en sus tiros puede mantener una excelente capacidad para embocar en el aro cuando está suficientemente cerca de él. El éxito que obtiene , aún con su baja estadística, todavía puede serle atribuido a su competencia, y además con propiedad. Ésta no tiene por qué verse afectada por la disminución de su confiabilidad cuando realiza sus demasiado frecuentes intentos más allá de su zona de seguridad; no así en tanto él sea muy consciente de sus límites, tomando deliberadamente el riesgo. Y aún más, el éxito obtenido dentro de sus límites todavía le sigue siendo atribuíble aunque, siendo inconsciente de sus límites, continuara realizando sus tiros confiadamente más allá de ellos.

Tenemos entonces ante nosotros dos casos que difieren de un modo interesante:

En un caso, el jugador no es consciente de los límites de su competencia, y efectúa sus tiros indiscriminadamente y a distancias cercanas a su umbral de confiabilidad.

En un segundo caso, el jugador todavía lanza sus tiros a distancias que superan los límites de su competencia, por debajo de su umbral de confiabilidad, pero siendo plenamente consciente de que lo está haciendo así , en tanto asume el riesgo de un modo deliberado.

Aquí hay una diferencia notable entre los dos casos. En el último, el jugador aún puede desempeñarse con plena aptitud, mientras lo hace con conocimiento y dentro de sus límites. En el primero, el jugador ya no se desempeña con plena aptitud en la zona cercana al límite de su umbral de confiabilidad. En esa zona – apenas por encima del umbral – él está todavía muy cerca del tiro exitoso, incluso sin saber que lo está. De tal manera, aún en su ignorancia el puede desempeñarse con aptitud animal, pero la aptitud plena se encuentra más allá de él [139].

c. ¿Es sólo embocar la pelota en el aro la meta normal de una jugadora de básquetbol? Ese objetivo puede alcanzarse de manera meritoria , aún con la tiradora demasiado lejos de la cesta, por debajo del umbral de confiabilidad correspondiente. Esto es así especialmente si el éxito alcanzado se debe a un nivel de competencia muy por encima de la media [140]. Sin embargo, los jugadores de básquetbol no se dirigen sólo al éxito de cualquier manera que se dé, dejando de lado la cuestión de la aptitud. Normalmente su objetivo es el éxito aptamente obtenido (a través de la competencia), evitando al mismo tiempo un riesgo demasiado elevado de fracaso. Cuando esto último ocurre sus tiros son negativamente valorados.

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[139] El término “animal” se entiende aquí como una etiqueta de carácter técnico  para una performance dada en un cierto orden, dada sin la presencia del consentimiento del agente (desde el inmediato orden superior)  .  Nada se dice aquí sobre la sofisticación requerida en el reino animal en orden a ser capaces de actuar reflexivamente, con consentimiento desde el orden superior. Animales suficientemente bien dotados como delfines o monos son seguramente capaces  de un consentimiento de orden superior, aún si éste toma la forma de una conciencia implícita que habilita orientación funcional, no la de una performance linguistica  de conciencia explícita.

[140] Aún cuando lo dejamos de lado por razones de simplicidad, lo que ella hace como jugadora en  equipo es relevante para la evaluación. Por ejemplo, ¿debió haber pasado la pelota a alguien más bien que haber lanzado al aro? Esto también puede afectar la calidad de su acción en tanto ella  optó por tirar al aro intencionalmentAún cuando lo dejamos de lado por razones de simplicidad, lo que ella hace como jugadora en  equipo es relevante para la evaluación. Por ejemplo, ¿debió haber pasado la pelota a alguien más bien que haber e.

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Un tiro que hace un gol en los últimos minutos de un partido puede ser bien recibido en un respecto:  es necesario marcar  el tanto! Pero es extremadamente inhábil y mal seleccionado el tiro que  cruza toda la cancha, cuando  había tiempo de sobra para acercarse picando la pelota  con seguridad a un  mucho mejor rango. De esta manera, el tiro es acertado suponiendo que  el objetivo del jugador fuera sólo  marcar un gol. Sin embargo, ningún buen jugador tendrá normalmente sólo ese objetivo en medio de un partido. En relación a un objetivo más ambicioso para disparar con acierto, ese tiro es deplorable. Desde ese punto de vista, además, un  jugador es calificable como negligente aún dejando de lado  transgresión alguna, sino sólo por no tomar en cuenta  este objetivo más pleno. El director técnico podrá así  muy bien   censurar el tiro y reprender al jugador por  ignorar la importancia de la selección del lanzamiento. Debido a esa negligencia del jugador el tiro no está bien seleccionado, y es,  por  tanto, inferior.

¿Cuál es esa meta que más específicamente se requiere? ¿Qué es confiabilidad suficiente? Obviamente, esto varía de un dominio a otro. En el básquetbol sabemos al menos groseramente donde se encuentra, a partir de la consideración debida a la  posición del jugador , la de  sus compañeros de equipo, el tiempo restante en el reloj, si el tiro que se necesita deberá ser  un  triple, y así sucesivamente. Así pues, muchos factores influyen de diversas maneras, y los buenos jugadores los tendrán en cuenta, con el objetivo no sólo de encestar, sino de demostrar, actuando de este modo, la competencia plena requerida [141].

c. Consideremos ahora una jugadora  que  se aproxima a la cesta en una distancia   cercana a  su límite  de confiabilidad. Y supongamos que  se encuentre por encima de ese umbral, pero de tal modo que este hecho le sea, a ella,  indiscernible . Un entrenador-observador – estadístico podría saber perfectamente que esta jugadora  ya se halla levemente  por encima del umbral. Supongamos que este estadístico  ha estudiado ampliamente su tasa de éxito, con la ayuda de un dispositivo que mide con exactitud la distancia a la cesta. De ese modo él  puede decir que ella es  suficientemente confiable a esa distancia (dadas las circunstancias antes mencionadas). Pero ella misma está  muy lejos de saber tal cosa. La  jugadora todavía puede alcanzar su objetivo básico: a saber, que el tiro emboque en la cesta. A este respecto su tiro  puede también ser apto. Su éxito  puede demostrar la competencia que el estadístico sabe que ella posee, incluso a esa distancia. ¿De qué carece entonces ella ? ¿De nada ? Pues bien, aunque su objetivo animal de primer orden  es obtenido con acierto, no ocurre lo mismo para  la meta reflexiva de alcanzar el éxito de un modo apto, meta que ella deberia  también tener , se dé  el caso de que la tenga o no.  Ella anota  su tanto de modo apto, pero fracasa en alcanzar de modo apto la meta de anotarlo de modo apto. A diferencia del estadístico, ella  es incapaz de decir que su tiro es  suficientemente confiable a esa distancia. Si ella lanza la pelota de todos modos, y su tiro resulta ser lo suficientemente confiable, ella  alcanza de modo apto su meta  de anotar el tanto. Lo que  no alcanza de modo apto, sin embargo, es la meta de anotar de ese modo. Y el éxito de su tiro no le es, por tanto, plenamente atribuíble, teniendo en cuenta este importante elemento de suerte. Incluso si su éxito de primer orden es apto, no es guiado a  esa su aptitud a través de la  metaconciencia de que el tiro sería apto; y por lo tanto no  llega a ser  un tiro plenamente apto.

Nuestro ejemplo sobre el básquetbol sugiere una distinción entre  seguridad de primer orden y  seguridad de segundo orden. El tiro de la jugadora será seguro cuando  se halle (aún levemente) por encima de su umbral de  suficiente confiabilidad. En tal situación no resulta demasiado fácil que falle en su objetivo de anotación. A diferencia de la de primer orden, sin embargo, la performance de segundo orden podría ser aún insegura.  Inconsciente de la localización de su umbral, ella hubiera muy fácilmente podido lanzar de modo inepto, por debajo de dicho umbral. Adecuadamente situada como ella lo  está (aunque sólo apenas) de hecho estará así en disposición de tirar exitosa y aptamente. Sin embargo, debido a la inconsciencia  de su umbral,  podría muy fácilmente haber tirado de modo inepto. Podría haber estado situada inadecuadamente  y haber tirado de todas maneras.

Supongamos, además, que la iluminación  fácilmente podría haber disminuido  justo cuando estaba tirando. Debido a esto, ella fácilmente podría haber tirado  de modo inepto, de una manera que no demostrara competencia plena. Sin embargo, aún cuando la iluminación  podría haber disminuido,  en la medida en la cual de hecho no disminuyó, su tiro pudo seguir siendo apto.   Dos cosas son aquí plausiblemente  compatibles: en primer lugar, que podría muy fácilmente haber tirado de manera inepta (ya que las luces podrían haber disminuido también muy fácilmente); pero, en segundo lugar,  de hecho, tiró modo apto, con un tiro  cuyo éxito  demostró efectivamente su competencia de tiradora,  que de hecho estaba presente en su integridad.

Que nuestro arquero tienda al éxito con suficiente confiabilidad puede deberse a que satisface las condiciones DES (destreza/ estado psicofísico/situación) de la competencia de primer orden correspondiente.

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[141] Por supuesto, que inicialmente parece inverosímil que cualquier diferencia significativa en el crédito que se le otorgue podría derivar simplemente de superar un umbral preciso  de confiabilidad.  Un tiro apenas por debajo de la línea ¿no habría de ser tan meritorio como uno  apenas por encima de ella? Pero este supuesto problema es al menos en parte un producto de nuestra hipótesis simplificadora de que lo que separa a la competencia de la incompetencia es una línea delgada. Incluso teniendo en cuenta la vaguedad del  concepto de competencia, todavía es posible que una jugadora pueda dejar de reconocer que el tiro desde donde está situada iba a ser   suficientemente confiable  ( allí donde ella es  sólo apenas competente).

4

La destreza involucrada podría ser conservada por el arquero  estando dormido en la oscuridad aún cuando estar dormido no sea un estado psico físico adecuado para la arquería ni tampoco estar en   la oscuridad una situación adecuada. Estas son condiciones que determinan la disposición al tiro atinado y suficientemente confiable. Pero las condiciones DES para la competencia del tiro apto no son las mismas. Compárese con los tiros de anotación  en el básquetbol, para los que las competencias son claramente diferentes: las condiciones DES son diferentes.  Un tiro orientado a dar en el blanco es adecuado si su éxito demuestra la competencia de primer orden.  Pero para que un tiro sea plenamente apto  deberá acertar  de modo apto  y además  acertar de modo apto  con aptitud . Deberá ser aptamente apto , con esa aptitud que demuestra  competencia de segundo orden

Tómese cualquier dominio de la performance humana intencional, de la acción intencional, ya sea de la performance atlética , de la performance artística,  profesional, tanto en medicina como en la ley y así sucesivamente. En cada uno de esos dominios el logro es meritorio en la medida en que surge debido  a la competencia más bien que a la suerte.  Toda vez que una meta se obtenga habrá una dimensión de pura suerte de un lado y otra de competencia pura en el otro.  Y habrá un umbral por debajo del cual la meta se habrá obtenido demasiado según la suerte y demasiado poco según la competencia. Este es el umbral por debajo del cual el intento del agente , dadas sus condiciones de destreza/estado/situación, sería demasiado riesgoso. Esto significa “demasiado riesgoso para la meta interna y propia del dominio hacia la cual la performance del agente debería dirigirse en esa ocasión”.  Esta es una noción familiar a los espectadores y asesores de la performance atlética.

Así, un swing [142] de un bateador es demasiado riesgoso si el lanzador está fuera de la zona de strike [143], un tiro de básquetbol es demasiado riesgoso si está resuelto más allá del rango de seguridad, un servicio de tenis lo es si el golpe es demasiado fuerte y demasiado de plano para la ocasión y un tiro con arco es riesgoso si son desfavorables las condiciones de iluminación, viento, distancia, etc.

¿Qué es lo que determina tal umbral? Eso variará de dominio a dominio. Puede ser convencional y estar formalizado, como en algunos contextos profesionales o puede ser menos formal y más intuitivo como en el dominio de una cacería. En cada caso el umbral será determinado por consideraciones específicas del dominio y de los objetivos propios de las performances en el mismo ; no por metas externas y pragmáticas que el agente podría acaso también tener para su desempeño.

Metas externas al dominio podrían, por supuesto, motivar al agente a tomar un riesgo desmesurado. Aún así, desde una perspectiva interna al dominio la performance todavía puede ser demasiado riesgosa y el agente negligente en asumir tal riesgo deliberadamente o aún en ser demasiado insensible al riesgo asumido. Así , a un basquetbolista  puede serle ofrecida una abultada suma de dinero por lanzar un tiro desde el extremo opuesto del tablero, de modo que cruce toda la cancha. De esa manera podría actuar de un modo plenamente racional y apropiado al resolver ese tiro, tomadas todas las cosas en consideración, especialmente si la oferta no constituye soborno. Pero el tiro en cuestión sigue siendo malo como tiro de básquetbol resuelto el transcurso de un partido, porque  tal tiro habría sido mal seleccionado, negligentemente, si es que hubiera tiempo de sobra para “ir picando” a una zona de mayor seguridad en el tiro.

7. Desempeñarse con plena aptitud requeriría normalmente saber que uno se desempeñaría adecuadamente. Así, es el conocimiento aquello  que deberá guiar la performance de alguien si es que ella ha de ser plenamente apta [144].

Habrá de verse que esto juega un papel en epistemología [145].

 

B. Plena aptitud en Epistemología

1. Consideremos seguidamente  un ejemplo en el que una conjetura o adivinanza, sorprendentemente, todavía podría calificar como un caso de “conocimiento”. Por favor recuerde aquí   su examen de visión anual para la licencia de conducir.

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[142]

[143]

[144] Aquí no estoy tomando en cuenta  la cuestión de cómo uno  alcanza su  conocimiento de  de los condicionales  subjuntivos. Una propuesta interesante se encuentra en Filosofía de la filosofia  de Timothy Williamson (Blackwell, 2007), cap. 5. Sin que sea necesario adoptar esa propuesta, comparto  la suposición (p. 141) de  que regularmente sabemos la verdad de tales condicionales,  conocimiento de mucha importancia en su uso como  guía de nuestras  acciones. (Pero no    atribuyo a Williamson ningún  acuerdo en que los  condicionales subjuntivos ayuden a guiar nuestras acciones en la forma específica  que yo  sugiero: a saber,  en  habilitar su plena aptitud.)

[145] Pero debemos tomar nota de una cualificación. Muchas  performances no pueden aspirar al éxito que es plenamente apto bajo la exigente forma especificada. Las performances atléticas, por ejemplo, casi siempre aspiran  no al éxito asegurado , sino al éxito suficientemente probable. Pero lo que se necesita asegurar es que el éxito sería suficientemente probable Esto no tiene que ver en absoluto con la seguridad que se basa en una muestra representativa, acerca de la composición porcentual del contenido de una urna. En lo que sigue nos concentraremos mayormente en los casos de éxito asegurado y en la plena aptitud que les corresponde. Esto es por razones de simplicidad, ya que una descripción completa necesita cubrir completamente el   fenómeno general de una performance que es apta “plenamente” en todo el alcance posible y sin defecto. Así, la descripción completa necesitará cubrir también la performance guiada por  conocimiento previo que fuera apta con probabilidad suficiente.

[7] Y sería fácil construir un ejemplo relativo a nuestra memoria. Con el avance de la edad viene la necesidad de asegurarse de que recuerdos ostensibles son todavía suficientemente confiables.

5

Cuando voy para mi examen,  se me pide que lea las líneas de un gráfico con  letras que se encogen línea tras línea desde  una enorme letra sola en la parte superior, a otras  apenas visibles en la parte inferior. En algún momento empiezo a perder la confianza en  que estoy captando  las letras bien, pero sigo adelante hasta que el técnico me dice que pare y luego anota algún resultado. A esa altura  hay muchos casos en los que estoy completamente  inseguro de si se trata de una “E” o una “F”, por ejemplo, o una “P” en lugar de una “F”, etc. Supongamos, sin embargo, que  resulta que (sin saberlo yo) , de hecho, indefectiblemente año tras  año estoy en lo correcto  en una línea donde estoy  en esa medida inseguro. En ese momento yo estoy en efecto “adivinando.” Yo formulo afirmaciones, a mí mismo en privado y al técnico en público, y lo hago así  en el esfuerzo por contestar bien. Eso es, a fin de cuentas, lo que  la prueba requiere: que trate de responder correctamente. Y  podemos establecer con seguridad que con ello  demuestro  una competencia, una competencia tal  que no reconozco como  suficientemente confiable. Por esto último es que recurro a conjeturar cuando continúo afirmando en tanto me someto al test. Sin saberlo yo, sin embargo, mis afirmaciones resultan ser sorprendentemente confiables

 

Cómo, entonces, evaluamos mis performances? Estamos aquí en conflicto. De alguna manera ,sí  sé  que letras veo, como se muestra por mi impresionante confiabilidad. Pero también hay mucha distancia a decir que yo no sé realmente. ¿Cómo se explica esto? [146]


3. Primero necesitamos una distinción. Seguimos dando respuestas  en las filas inferiores, mientras nos dirigimos al objetivo de hacerlo bien. Damos lo mejor de nosotros, ya que sólo así nos someteremos apropiadamente al test visual. Pero ¿es nuestro objetivo hacerlo bien de modo absolutamente confiable? No, en ese momento poco importa si hacemos las cosas bien de forma confiable en absoluto.  Hacemos nuestra mejor conjetura sólo con el fin de tener éxito en la prueba, con el fin de obtener el derecho a la receta de los lentes adecuados. Si es que  en esa fila somos  todavía confiables no importa mucho, ya que las letras  son allí  diminutas y nuestra visión va a estar bien calificada de todos modos . En consecuencia, llevamos adelante nuestra adivinanza  sin esforzarnos por hacer lo correcto de  modo apto [147]. Aun así, resulta que somos casi infalibles en esa fila; así es como eso resulta por hipótesis.

 

Muchos insistirán en que nuestro sujeto del test visual de alguna manera,conoce de hecho,   aún sin saber que lo hace.  Todos aquellos que atribuyen conocimiento a los blindsighters [148] y a los  sexadores de pollos [149] de la tradición de Gettier estarán de acuerdo. Por lo demás, el ejemplo del test de visión es fácilmente concebible, sin ninguna necesidad de caer en la ciencia ficción [150].


Una vez más, ya que las letras se hacen más pequeñas,  a medida que empezamos a conjeturar/adivinar, podríamos aún así saber en una cierta manera  muy básica, con un  “conocimiento animal” inferior aún al  conocimiento animal que requiere  creencia.

¿Qué nos falta, al descender hasta ese nivel  de conocimiento? ¿Qué es lo que distingue al nivel superior de conocimiento del que disfrutamos en las filas con las letras más grandes?


¿Es, quizá, lo que hace la diferencia sólo una mayor confianza?  Si queremos saber cuando las letras van siendo más pequeñas …¿ es cuánto  necesitamos el ser más asertivos?  Teniendo en cuenta el grado de confiabilidad que tenemos  por hipótesis ¿es eso todo lo que  necesitamos en ese momento: simplemente más confianza? ¿Esa es la única diferencia relevante que nos da  el  conocimiento de las letras más grandes? Algunos de nosotros somos constitucionalmente corredores de riesgos  asertivos; otros pueden adquirir confianza a través de la terapia. Supongamos que incrementamos nuestra confianza sólo a través de la terapia, sin ninguna otra modificación. Eso no nos daría el tipo de conocimiento que tenemos con las letras más grandes. En verdad, tal aumento artificial de la confianza puede  aún empeorar la posición epistémica del sujeto.

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[146]

[147]

[148]

[149]

[150] Por el contrario, alguno de estos casos tempranos en epistemología son difíciles de imaginar para un humano real, desde el momento en que la atribución de conocimiento choca  tan radicalmente con nuestro conocimiento de fondo. Esto se aplica tanto a Norman, el clarividente, como a Truetemp que puede decir directamente cuál es la temperatura ambiente y lo hace así a través de un termómetro implantado (sin que él lo sepa) en su cerebro. Por todo lo que sé, sin embargo, yo mismo califico de hecho como el sujeto del test de visión (sin la autoconfianza o la confirmación pero con conjeturas o adivinanzas extremadamente confiables). El sujeto del test de visión ajusta mejor con nuestras creencias de fondo, como también lo hacen los blindsighters y los sexadores de pollos, en contraste con los clarividentes o los  truetemps.

6

Compárese ahora alguien que gana no sólo confianza, sino también  confirmación de que él sigue siendo confiablemente correcto aun cuando las letras se encogen. Esta ganancia,  que está más allá de la mera confianza, podría colocarlo en  un nivel  epistémicamente más alto. Ahora él podría  alcanzar el conocimiento que requiere el   juicio, no  una simple conjetura . Su conocimiento comprendería entonces no sólo más confianza, sino también la meta-garantía adecuada  de que, incluso para aquellas letras muy pequeñas, su nivel de competencia mantiene el riesgo epistémico dentro de los límites convenientes.

En ausencia de tal confirmación adicional, al sujeto del examen de visión  le falta confianza bien fundada a nivel del segundo orden  a fin de que sus afirmaciones de primer orden sean algo  más que puras conjeturas. Incluso si, por hipótesis, sus conjeturas son correctas no únicamente por suerte, no puede estar seguro todavía de ello, no de un modo competente.
Por el contrario, cuando las letras cerca de la parte superior son  clara y distintamente discernibles no solamente conjeturamos, lo que concuerda con nuestro conocimiento de que podemos identificar esas letras por lo que son, que nuestras afirmaciones  a nivel de esas  filas serían aptas.
¿Tal vez lo que falta en las filas inferiores es que tomemos nuestras  “adivinanzas” como siendo  suficientemente confiables? A medida que nuestra confianza se desvanece, seguimos  afirmando, aún una vez que comenzamos a adivinar. ¿Qué falta entonces? La competencia reflexiva es lo que está faltando, como faltan  también   la aptitud reflexiva y la plena aptitud [151].

  1. Una vez más:  los agentes epistémicos no se dirigen sólo hacia la corrección de la afirmación. Ellos también juzgan, con el objetivo de aptitud de la afirmación.

Así, aún un sujeto convenientemente confiado que afirma aptamente  podría  fallar en su juicio. ¿Por qué? Porque aunque  afirme aptamente en el esfuerzo de afirmar correctamente, podría fallar en juzgar aptamente. Mientras está afirmando en el esfuerzo de afirmar aptamente podría fallar en afirmar aptamente en ese esfuerzo. En otras palabras , su afirmación alética , con la verdad como objetivo, podría ser apta sin serlo plenamente , en cuyo caso su juicio no sería apto.

Dependemos aquí de dos hechos: (a) de que uno puede hacer algo como medio para obtener más de un fin; (b) de que la aptitud concierne no sólo a los medios sino a la totalidad de la estructura de la forma siguiente: tómese el medio  M  para  el fin F.   Así , uno puede girar un interruptor aptamente en el esfuerzo de iluminar un cuarto sin hacerlo  aptamente en el esfuerzo de alertar a alguien, aún cuando mediante el giro del interruptor  uno se dirigió concurrentemente a obtener cada una de esas dos metas. Es decir, la primera meta podría ser obtenida  aptamente así, sin que la segunda lo fuera  aptamente o no lo fuera  en modo alguno.

Similarmente, se podría afirmar aptamente  en el esfuerzo por afirmar correctamente (un objetivo necesario si la afirmación ha de ser alética y no sólo pragmática). En forma compatible: todavía se podría no afirmar aptamente    en la empresa de afirmar aptamente en el modo alético ni aún haciendo allí el esfuerzo  de afirmar no sólo correctamente, con la verdad, sino también  de ese modo apto. Sólo con éxito apto en esta segunda empresa cuenta nuestra   afirmación epistémica como plenamente  apta. Y sólo así es el juicio también apto, más allá de la aptitud de la propia afirmación.

Versión española Robert Calabria [152].

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[151] Un tratamiento completo del tema debería   considerar también como la confianza misma puede tener algún peso en el conocimiento.

[152] Notas del Traductor

Término del vocabulario del béisbol. Hemos preferido dejarlo en inglés.

Ídem nota anterior

“Blindsighters” es el nombre de los pacientes afectados de  una complicación de la ceguera derivada de lesiones en la corteza cerebral responsable del procesamiento de la información visual. Contrariamente a los afectados del síndrome de Anton-Babinsky – quienes niegan estar ciegos y se tropiezan con todo – los blindsighters declaran no ver nada y sin embargo maniobran  exitosamente al  esquivar obstáculos que se disponen en su marcha. Posteriormente al experimento, cuando se les pregunta acerca de las maniobras ejecutadas, ellos muestran no tener la menor idea de ello, ni siquiera de que las llevaron a cabo. Constituyen una manera especialmente fuerte del “ver sin saber que se ve”. El estudio pionero de este fenómeno consta en L. Weiskrants 1986:  Blindsight: A case study and implications, Clarendon Press. El autor del artículo nos remitió, generosamente, al artículo “Blindsight. Seeing without knowing it” de  G. Collins (Sc. American, abril 2010)

La determinación del sexo de los pollos al poco tiempo de nacidos es una actividad de importancia significativa para la industria avícola, por razones económicas. Mayormente se trata de la selección temprana  de las hembras por su utilidad para dicha industria y el descarte (y , en general, eliminación) de los machos por su carácter improductivo atendiendo a las siguientes consideraciones : no pondrán huevos, consumen recursos alimenticios que serían más provechosamente empleados en las hembras, las molestan , etc. De ahí que los expertos en la habilidad de sexarlos sean un recurso humano cotizado y su actividad muy lucrativa. Ahora bien : personal muy destacado en esa labor – llegan a acertar con el 99.7 por ciento de éxito en cuestión de segundos – declara no tener idea de cómo es que la llevan adelante, en términos de un criterio explícito de discriminación. Declaran que lo hacen “por experiencia” o que han “entrenado su intuición” (los mejores expertos en el ramo son japoneses y  han sido instruidos por métodos zen,  como en la  famosa  escuela de Nagoya) . Por lo tanto el reto para el epistemólogo es el de la atribución o no de conocimiento a  dicha actividad. En el caso de respuesta afirmativa habría que admitir como conocimiento un resultado insusceptible de jusificación por parte del sujeto epistémico. Cfr, p.e “The art of chicken sexing” de R. Horsey en UCL Working papers in Linguistics , Londres , 2002 , (disponible  en http://cogprints.org/3255/1/chicken.pdf)