Revista ἔλεγχος

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KANT Y EL BARQUI-RELOJ [195] *

 

Abel Lassalle Casanave

Departamento de Filosofia, UFBA,Brasil

 

A Arno Viero.

Inolvidable amigo y colega

 

Por razones que tienen que ver con lo que un tanto anacrónicamente se puede llamar la filosofía de la matemática de Kant, debí recientemente retornara su clasificación de conceptos y a la cuestión de la posibilidad de definirlos [196] . Fue la oportunidad parareproducir uno de esosejercicios kantianos de furor simétricoque encolerizaban a Schopenhauer: conceptos son a priori oa posteriori, dados o no-dados (según su contenido o materia), con o sin realidad objetiva. Pero a la hora de dar los ejemplos de cada clase, que quería fuesen del propio Kant, deparé nuevamente con un problema que muchos años  atrás había encontradocon la expresión “reloj marino” en la traducción de Pedro Ribas delsiguiente pasaje de la Crítica de la razón pura(A 729 / B 757):

Así, pues, como no pueden definirse ni los conceptos empíricos ni los dados a priori, no quedan otros conceptos, para ensayar esta operación, que los pensados arbitrariamente. En este caso puedo siempre definir mi concepto, ya que debo saber que he pretendido pensar, teniendo en cuenta que yo mismo lo he producido adrede, y que no me ha sido dado ni por la naturaleza del entendimiento ni por la experiencia. Lo que no puedo decir es que haya definido así un verdadero objeto, ya que si el concepto se basa en condiciones empíricas, ni el objeto, por ejemplo, un reloj marino, ni su posibilidad se dan ya a través de este concepto arbitrario; partiendo de él, ni siquiera sé si posee un objeto, y sería más correcto llamar a mi explicación declaración de mi proyecto,  que definición de un objeto.

Se trata aquí de la posibilidad y existencia (realidad objetiva) de conceptos a posteriori cuyo contenido es no-dado, de proyectos de artefactos o máquinas, como podríamos decir.  Ahora bien, ¿qué es un “reloj marino”? (Al portugués Manuela da Costa Pintoy Alexandre Morujão traducen“relógio de marinha”,de manera semejante, pero acaso menos inteligible, que Ribas.)Dado mipaupérrimo alemán, de poca ayuda fue saber que lapalabra alemana Schiffsuhr significa literalmente “reloj de barco o navío”, que escomo traducen al inglés Kemp Smith (ships’s clock) y al portuguésValerio Rohden y Udo Moosburger (relógio de navio). Pero ¿qué es un reloj de barco o navío?

Manuel García Morente y Manuel Fernández Nuñeztraducen simplemente “reloj”. Dejando de lado porqué Kant, tan luegoa fines del siglo XVIII,pondría un reloj como ejemplo de algo del que se pudiera dudar no solamente de su existencia sino también de su posibilidad, la prudente no-traducciónrevela implícitamente la dificultad: no se sabe muy bienacerca de qué Kant está hablando [197] .Por cierto, es verdad que para la comprensión del pasaje basta con la idea de que se trata del concepto (o proyecto) de un artefacto que por “condiciones empíricas”eventualmente no pudiera fabricarse. Por cierto también, se trata de una minucia, pero el lector curioso puede sentir que algo se le escapa.

Si bien a mi juicio hubiese ya encontrado la respuesta a este problema decididamente menor,el hábito me llevó a la traducción de la Críticade Mario Caimi (de la cual ya había aprovechado su excelente versión de los difíciles pasajes que se refieren a la llamada construcción simbólica):

Pues si el concepto se basa en condiciones empíricas, por ejemplo, un barco-reloj, entonces, mediante este concepto arbitrario, no está dado todavía el objeto, ni su posibilidad;a partir de él no sé siquiera si él tiene, en general, un objeto; y mi definición puede llamarse mejor una declaración (de mi proyecto) que una definición de un objeto.

Caimi incluyeen su edición una nota donde intenta aclarar la dificultad que las traducciones mencionadas no acaban de identificar.En efecto, en la nota 1373,p. 758, se lee:

Quizás se refiera a la “nef”, un autómata construido en Praga, entre 1589 y 1600, por Hans Schlotheim para el emperador Rudolf II. Es un reloj con forma de barco de tres mástiles, con su tripulación y sus cañones. Se conserva en el Museo Británico. British Museum Guide, London, 1976, p. 108 (figura) y p. 109 (explicación).

Sé que Caimi conoce todas las traducciones aludidas, como también la francesa de Tremesaygues y Pacaud (“montre marine”), que es una variante de las ya vistas, o lainglesa de Paul Guyer y Allen Wood (“chronometer”), pues las menciona entre las ediciones consultadas, menos la de Kemp Smith, que sin duda también conoce, como muchas otras más.Y de ello deduzco que en este punto en cuestión desconfía de ellas (y con alguna razón), peropienso que su solución no esla correcta y que la notade pié borgeana no contribuye a la aclaración de la dificultad.Aun sabiendo dela existencia de tan bizarro artefacto, de un barquirreloj en el neocriollo de Xul Solar o Marechal, ¿por qué razón Kant, poco amigo de ejemplos,aduciríauno de esa irrelevancia?

Aunque voy a sugerir otra traducción, creo que interesa más suaclaración. Ambas las debo esencialmente a mi colega del Departamento de Física en la Universidad Federal de Santa Maria (Brasil), Luiz Fernando Schelp. Perplejo por el pasaje de Kant, pero más perplejo aún por las alternativas de traducción en varias lenguas que yo ibadesgranando, conjeturó finalmente que el artefacto del cual se trataba era un cronómetro marítimo, explicándome además esquemáticamente su importancia científica e histórica, a saber, la resolución del llamado “problema de la longitud” [198] .Pues bien, “cronómetro marítimo”es, en este contexto, la traducción más adecuadade Schiffsuhrdesde el punto de vista delvocabulario técnico de la cronometría, aunque la más coloquial “reloj marítimo”también se podría usar [199] .De cualquier manera,y más importante,con base en cualquiera de esasdos traducciones – eventualmente con el Google por auxilio – el lector podría llegar a saber que Kant está hablandodeun hito fundamental en la historia de la tecnología y la ciencia de su época. Si la edición contuviera notas, entonces ella podría rezar:

Kant se refiere a la construcción de un cronómetro o reloj que pudieraresolver el problema de determinar la longitudde un navío en el mar, i.e., a la solución del célebre“problema de longitud”.Conocidos hoy en homenaje a su constructor John Harrison como los cronómetros marítimos H1 (de 1735), H2 (de 1739), H3 (de 1757) yH4 (de 1759), el último de la seriefue finalmente reconocido como habiendo resuelto el problema en cuestión. En el NationalMaritime Museumde Greenwich se conservan ejemplares de todos esos cronómetros (Marine Timekeeper).

(http://collections.rmg.co.uk/collections/objects/79139.html)

En función de la relevancia del problema de la longitud, por las enormes consecuencias económicas y militares de su solución,el Gobierno Británico había ofrecido en 1714 el fabuloso premio de 20.000 libraspara quien construyera un reloj que lo resolviera con una precisión de 30 millas náuticas, del cual se hizo acreedor Harrison. Para dar una idea de su complejidad,que Newton pensaba insuperable, considérense las condiciones empíricas, para usar la terminología de Kant, que la fabricación de un reloj con la precisión exigidadebía contemplar: movimientos violentos del navío, diferencias extremas de temperatura, variaciones de la gravedad en diferentes latitudes.

La importancia científico-tecnológica del problema, uno de los mayores del siglo XVIII, justifica plenamente que Kant haya puestoun cronómetro marítimo como ejemplo de concepto a posteriori no-dado cuya posibilidad y existencia (realidad objetiva) pudiera ponerse en duda hasta su fabricación y ulterior test [200] .A título complementario, si el concepto de un artefacto o máquina cuyo funcionamiento presupusiese unperpetuum mobile,“cuya imposibilidad es mostrada por la mecánica” (Logik, VIII, Ak., IX, 65), fueseconsideradocomo declaración de un proyecto, entonces con él se ejemplificaría un concepto a posteriorino-dado sin realidad objetiva [201] .No conozco ningún ejemplo del propio Kant de declaración de proyecto cuya realidad objetiva se rechazase con baseen condiciones empíricas.

Referencias bibliográficas

Kant, I. Kritik der reinen Vernunft. Nueva edición de R. Schmidt sobre la base de la primera y segunda edición original. Hamburg, Felix Meiner, 1976.

Kant, I. Logik, en: Kants gesammelte Schriften, vol. IX, editados por la Academia Real Prusiana de Ciencias. Berlin: Walter de Gruyter, 1923.

Kant, I. Crítica de la razón pura. Traducción, notas e introducción de Mario Caimi. Buenos Aires: Colihue, 2009.

Kant, I. Crítica de la razón pura. Prólogo, traducción, notas e índices de Pedro Ribas. Madrid: Alfaguara, 1978.

Kant, I. Crítica de la razón pura. Traducción de Manuel García Morente y Manuel Fernández Nuñez. Estudio Introductorio y análisis de la obra de Francisco Larroyo. Ciudad de México: Porrúa, 1976.

Kant, I. Crítica da razão pura. Tradução de Valerio Rohden y Udo Baldur Moosburger. São Paulo: Nova Cultural, 1999.

Kant, I. Crítica da razão pura. Tradução deManuela da Costa Pinto y Alexandre Fradique Morujão. Introdução e notas de Alexandre Fradique Morujão. Lisboa: Fundação Calouste Gulbekian, 2001.

Kant, I. Crítica da razão pura. Tradução de Fernando Costa Mattos. Rio de Janeiro: Vozes, 2012.

Kant, I. Critique de la Raison Pure. Traduit par A. Tremesaygues et B. Pacaud. Paris: PUF, 1950.

Kant, I. Critique of pure reason. Translated by Norman Kemp Smith. New York : St. Martin’s Press : 1965.

Kant, I. Critique of Pure Reason. Translated by Paul Guyer and Allen W. Wood. Cambridge: Cambridge University Press. 1999.

[195] Agradezco a João Carlos Salles (UFBA-Brasil), Christian Klotz (UFG-Brasil) Luiz Fernando Schelpp (UFSM-Brasil), Raúl Vallejos (CBPF-Brasil) y, especialmente, a Roberto Torretti (Universidad de Chile-Chile), por sus sugerencias y correcciones a unaversión preliminar de esta nota.

[196] No estoy del todo satisfecho con mi ejercicio, en parte porque no estoy convencido de que la clasificación sea exhaustiva y completa en relación al propio Kant, en parte porque cualquier intento de clasificación semejante, incluida la de Kant, parece destinado al fracaso. Pero para los fines de esta nota esa clasificación es suficiente.

[197] Debo a la erudición de R. Torretti saber que el pasaje de A 729/B 757 es el único en toda la Edición de la Academia donde figura la palabra Schiffsuhr. Y que no figura en el diccionario alemán de Adelung, Grammatisch-kritisches Wörterbuch der Hochdeutschen Mundart (Leipzig 1793-1801).

[198] Para la historia de este invento, véase Sobel, D. Longitude: The True Story of a Lone Genius Who Solved the Greatest Scientific Problem of His Time. New York: Penguin, 1995.

[199] En portugués utilicé, por lo tanto, la expresión “cronômetro marítimo”, que por razones semejantes a las ya dadas prefiero a “cronômetro naval”,como traduce de Fernando Mattos en su reciente edición de la Crítica. Debo a João Carlos Salles esta última referencia así como la de la traducción francesa antes citada.

[200] ¿Sabía Kant que el problema de de la longitud había sido resuelto? No es algo que yo quiera o pueda decidir, pero Roberto Torretti me informa que en el capítulo dedicado a Tolosa de Viaje por las provincias meridionales de Francia en el año 1785-1786, de Moritz August von Thümmel (1738-1817), se mencionan los cronómetros marítimos como un objeto corriente (Toulouse, Thümmel-Werke Bd. 4, 254) y sugiere que, al menos en 1787, ya Kant debía haberse enterado de la factibilidad de los Schiffsuhren.Debo a Christian Klotz la siguiente información: además de “Schiffschronometer“, otra palabra para “Schiffsuhr” es “Längenuhr”, literalmente “reloj de longitud”.

[201] Ahora bien, en este caso no son las “condiciones empíricas”  las que impiden su fabricación. Pero aunque se pudiera inclusive dudar acerca de si el concepto de perpetuum mobile es un concepto a posteriori, ciertamente no parece que se pueda pensar que el proyecto de un artefacto que lo suponga nolo sea.(Por cierto, atribuí de manera demasiado optimista ese ejemplo a Kant.)Un terreno pantanoso, aun sin considerar algo que Kant nunca habría pensado: que nuestra creencia acerca de las leyes físicas pudiera cambiar.